martes, 6 de abril de 2010

Escuela y familia, juntos en el mismo barco

Trabajo ganador en el concurso de cartas de amistad

¡Como hemos cambiado! Hace unos años, bastantes para algunos, no tantos para otros, se arreglaban los paraguas, los zapatos, se remendaban los pantalones, los calcetines, hoy casi nada de esto merece la pena. En el programa de "Juan y Medio", donde personas mayores intentan encontrar pareja, decía un señor de setenta y tantos años que cuando una camisa se le estropea, aunque sólo sea faltándole un par de botones, se va al mercadillo y por tres euros estrena prenda. ¿Mejor, peor…? Sencillamente, diferente ¡Otros tiempos!

Centrándonos en lo que nos interesa, en nuestros alumn@s, y vuestros hij@s, hace unos años también hablar de psicólogos o de psiquiatras era tabú, algo casi prohibido, casi de locos. Hoy, afortunadamente, ha dejado de estar mal visto y estos profesionales atienden cada vez a más gente normal, sin comillas, que plantea problemas diversos y que estoy seguro de que, en la mayoría de los casos, ayudan a resolverlos favorablemente gracias a su saber científico, utilizando procedimientos y técnicas y/o fármacos adecuados, según el caso que les ocupe.

No obstante, considero que tampoco debemos de caer en el extremo opuesto, es decir, acudir al psicólogo o psiquiatra casi por gusto, como una moda, a la primera de cambio, antes de comprobar que efectivamente estamos ante un problema e incluso antes de intentar resolverlo mediante opciones previas, cercanas al sentido común que todos poseemos. Opciones que pasan por observar a nuestros hijos, ver si su comportamiento es más o menos adecuado, analizar si nuestra actuación como responsables últimos de su educación se ajusta a ese sentido común, si nuestro ejemplo como padres y madres es el más adecuado, contactar con frecuencia con sus maestros y maestras, expertos en educación, que por norma general los conocen muy bien, ya que pasan una parte importante de su tiempo junto a ellos y los ven desenvolverse entre sus compañeros de la misma edad o similar, en ambientes de trabajo y concentración, en ambientes distendidos, en situaciones comprometidas, … En muchas ocasiones un diálogo sincero y constructivo con el profesorado, asumiendo los compromisos que se deriven, será la mejor forma de contribuir a la mejor educación de nuestros hijos o hijas, y de prevenir situaciones conflictivas en el futuro.

No podemos olvidar que en esto de la educación, escuela y familia estamos en el mismo barco. Reflexionad sobre lo que sus maestros y maestras, especialmente sus tutor@s, os dicen de vuestros hijos o hijas, independientemente de que sus observaciones os gusten más o menos. Hay que escucharlos. Pensad que lo que el maestro o la maestra os dice, además de estar justificado por su formación y por el conocimiento y cariño que tienen de/a vuestros hij@s, no persigue otro fin que buscar el bien de ellos mismos. Confiemos en ellos (en los maestros y maestras), y sigamos los consejos que como profesionales nos ofrecen. Cambiemos aquello que, como padres y madres, esté en nuestra mano y que creamos que dificulta el buen comportamiento y actitud de nuestros hijos e hijas en casa, en la calle y en la escuela (a veces suelen coincidir). En ocasiones los problemas se solucionarán fácilmente; otras veces debemos tener paciencia pues son más complejos de los que parece y no se resuelven en un momento (con un viaje al mercadillo y tres euros en el bolsillo). Y en caso de que esa conexión docente-familia, a medio plazo, no produzca resultados positivos, serán los propios tutores o tutoras los que soliciten la intervención especializada de los psicólogos escolares implicados en nuestro centro educativo e incluso de otros profesionales (pedagógos, médicos...) para trabajar conjuntamente con ellos mismos y con vosotros, a favor de vuestros hij@s.
JMM.

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