miércoles, 15 de junio de 2011

Llega el verano

Se acerca el verano, ya están aqui las calores, es como una señal de que estamos terminando el curso.

Juan Ramón Jiménez, narraba a su burrito Platero detalles de esta estación del año, también en otros capítulos habla sobre el río, la amistad, la melancolía, las mariposas blancas, el niño tonto...


"Platero y yo", por si algunos, sobre todo los más pequeños no lo sabéis, es como una colección de poemas escritos en prosa, su autor cuenta de forma bella y tierna muchas cosas sencillas recreando la vida y muerte de su burro que se llama Platero.


Os voy a transcribir el comienzo del libro, que muchos aprendíamos de memoria cuando teníamos vuestra edad y también un capítulo sobre el verano, esa estación que empieza dentro de unos días, el 21 de junio concretamente.
JMM

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas,las florecillas rosas, celestes y gualdas. Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal.


EL VERANO.
Platero va chorreando sangre, una sangre espesa y morada, de las picaduras de los tábanos. La chicharra sierra un pino, que nunca llega... Al abrir los ojos, después de un inmenso sueño instantáneo, el paisaje de arena se me torna blanco, frío en su ardor, como fósil espectral.
Están los jarales bajos constelados de sus grandes flores vagas, rosas de humo, de gasa, de papel de seda, con las cuatro lágrimas de carmín; y una calina que asfixia, enyesa los pinos chatos. Un pájaro nunca visto, amarillo con lunares negros, se eterniza, mudo, en una rama.
Los guardas de los huertos suenan el latón para asustar a los rabúos, que vienen, en grandes bandos celestes, por naranjas... Cuando llegamos a la sombra del nogal grande rajo dos sandías, que abren su escarcha grana y rosa en un largo crujido fresco. Yo me como la mía lentamente, oyendo, a lo lejos, las vísperas del pueblo. Platero se bebe la carne de azúcar de la suya como si fuese agua.

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