Os envío un pequeño cuento , lo he encontrado por internet , me ha parecido muy bonito y quería compartirlo con tod@s vosotros ...Espero que les guste a los niños .
Un saludo.
MMS
Un saludo.
MMS
Érase una vez un pobre leñador. Vivía en los bosques verdes y silenciosos cerca de un torrente que espumajeaba y salpicaba a su paso, y trabajaba duramente para alimentar a su familia. Cada día hacía una larga caminata por el bosque con su dura y afilada hacha colgada al hombro.
Solía silbar mientras andaba al pensar que, mientras tuviera salud y su hacha, podría ganar lo suficiente para comprar el pan de su familia. Un día estaba talando un gran roble cerca de la orilla del río. Las astillas saltaban con cada hachazo y el eco de sus golpes resonaba por el bosque con tanta claridad que cualquiera habría pensado que había docenas de leñadores trabajando. Al cabo de un rato, el leñador pensó que descansaría un poco.
Dejó el hacha apoyada en un árbol y se dio la vuelta para sentarse. Pero tropezó con una vieja raíz retorcida y, antes de que pudiera evitarlo, el hacha resbaló y cayó al río. El pobre leñador se asomó sobre el torrente para intentar ver el fondo, pero en aquel tramo de río era demasiado profundo.
El agua continuaba fluyendo tan alegremente como antes sobre el tesoro perdido.
— ¿Qué voy a hacer? —Gritó el leñador—. ¡He perdido mi hacha! ¿Cómo voy a alimentar a mis hijos ahora?
Tan pronto como dejó de hablar, una hermosa dama surgió de entre las aguas. Era el hada del río y salió a la superficie al oír esa triste voz.
— ¿Qué te preocupa? —preguntó dulcemente.
El leñador le contó su problema y la dama se sumergió de nuevo. Volvió a aparecer con un hacha de plata.
— ¿Es ésta el hacha que has perdido? —preguntó. El leñador pensó en todas las cosas bonitas que podría comprar a sus hijos con esa hacha. Pero no era la suya, así que meneó la cabeza y dijo:
—La mía era un hacha de simple acero. El hada del río dejó el hacha de plata en la orilla y se sumergió de nuevo. Pronto volvió a aparecer y mostró al hombre otra hacha.
— ¿Acaso es ésta la tuya? —preguntó.
El hombre la miró.
— ¡Oh, no! —contestó—. ¡Ésa es de oro! ¡Es muchísimo más valiosa que la mía!
El hada del río dejó el hacha de oro en la orilla y se zambulló otra vez. Al aparecer de nuevo, llevaba el hacha perdida.
— ¡Ésta es la mía! —Gritó el leñador—. ¡Ésta es de verdad mi hacha!
—Es la tuya —dijo el hada—. Y también lo son las otras dos. Son un regalo del río por haber dicho la verdad.
Y esa noche el leñador volvió a su casa con las tres hachas sobre el hombro. Silbaba alegremente al pensar en todas las cosas buenas que llevaría a su familia.
William J. Bennett
Solía silbar mientras andaba al pensar que, mientras tuviera salud y su hacha, podría ganar lo suficiente para comprar el pan de su familia. Un día estaba talando un gran roble cerca de la orilla del río. Las astillas saltaban con cada hachazo y el eco de sus golpes resonaba por el bosque con tanta claridad que cualquiera habría pensado que había docenas de leñadores trabajando. Al cabo de un rato, el leñador pensó que descansaría un poco.
Dejó el hacha apoyada en un árbol y se dio la vuelta para sentarse. Pero tropezó con una vieja raíz retorcida y, antes de que pudiera evitarlo, el hacha resbaló y cayó al río. El pobre leñador se asomó sobre el torrente para intentar ver el fondo, pero en aquel tramo de río era demasiado profundo.
El agua continuaba fluyendo tan alegremente como antes sobre el tesoro perdido.
— ¿Qué voy a hacer? —Gritó el leñador—. ¡He perdido mi hacha! ¿Cómo voy a alimentar a mis hijos ahora?
Tan pronto como dejó de hablar, una hermosa dama surgió de entre las aguas. Era el hada del río y salió a la superficie al oír esa triste voz.
— ¿Qué te preocupa? —preguntó dulcemente.
El leñador le contó su problema y la dama se sumergió de nuevo. Volvió a aparecer con un hacha de plata.
— ¿Es ésta el hacha que has perdido? —preguntó. El leñador pensó en todas las cosas bonitas que podría comprar a sus hijos con esa hacha. Pero no era la suya, así que meneó la cabeza y dijo:
—La mía era un hacha de simple acero. El hada del río dejó el hacha de plata en la orilla y se sumergió de nuevo. Pronto volvió a aparecer y mostró al hombre otra hacha.
— ¿Acaso es ésta la tuya? —preguntó.
El hombre la miró.
— ¡Oh, no! —contestó—. ¡Ésa es de oro! ¡Es muchísimo más valiosa que la mía!
El hada del río dejó el hacha de oro en la orilla y se zambulló otra vez. Al aparecer de nuevo, llevaba el hacha perdida.
— ¡Ésta es la mía! —Gritó el leñador—. ¡Ésta es de verdad mi hacha!
—Es la tuya —dijo el hada—. Y también lo son las otras dos. Son un regalo del río por haber dicho la verdad.
Y esa noche el leñador volvió a su casa con las tres hachas sobre el hombro. Silbaba alegremente al pensar en todas las cosas buenas que llevaría a su familia.
William J. Bennett
Este cuento me ha parecido muy bonito.
ResponderEliminarSobre todo he sacado algo en concreto que no hay que mentir sino que hay que decir la verdad.
Me ha gustado mucho esta historia porque nos enseña que no hay que mentir.
ResponderEliminarmªcarmen
La lectura me ha gustado mucho sobre todo cuando el leñador dice la verdad y encima por eso se lo ha dado todo.
ResponderEliminarY en la vida real también hay que decir la verdad por que será mejor para ti.
Antonio Cueva.
El hombre de esta historia es muy honrado como dice el título, porque hoy en día ya nadie es tan honrado y el hombre vio que diciendo la verdad ganó mas que si no lo hubiese hecho
ResponderEliminarALBA
Me ha parecido bonita y el leñador
ResponderEliminarmuestra una actitud honrada y nos enseña que no hay que mentir, y algo bueno te llevarás
Fernando.
Me ha gustado mucho la historia. El mensaje que nos muestra sobre que hay que ser honrados es un mensaje precioso.
ResponderEliminarUn Saludo
Mº jose
Me ha parecido un cuento muy bonito
ResponderEliminarAdemás deberíamos de aprender todos de el leñador
y que además de que necesitaba esa hacha para darle de comer y comprarle cosas a su familia dijo la vedad
y por recompensa de decir la verdad se llevo las tres
CRISTINA MORAL HERRERA :)
Lo que he sacado en concreto de este cuento es que debes de decir la verdad. Algunas veces te lo recompensa como en este cuento, hay otras veces que no, como en la vida real; sin embargo, te hace sentir bien.
ResponderEliminarEste cuento me ha gustado mucho enseña a los niños y a todas las personas que tenemos que ser honrados y que una cosa que no es nuestra no nos la tenemos que quedar.
ResponderEliminarUn saludo .
Alexandra .